Medicina alternativa
La medicina alternativa es un término que designa las diversas prácticas que no pertenecen al reino de la medicina convencional,[1] y cuya efectividad no ha sido probada consistentemente.[2]
Se basa en nociones supersticiosas, religiosas o pseudocientíficas y, por tanto, se opone a la medicina convencional, basada en la evidencia y procedimientos científicos. De cualquier forma, cualquier práctica de medicina alternativa puede dejar de serlo si su eficacia quedara demostrada de forma científica, por lo que la distinción depende de los estudios disponibles hasta el momento.
Buena parte de la comunidad científica define la medicina alternativa como cualquier tratamiento cuya eficacia y seguridad no han sido comprobadas mediante estudios científicos controlados y contrastados. Esta forma de definición no está basada en puntos de vista políticos o protección de competencias, sino que gira exclusivamente sobre cuestiones de eficacia y seguridad. Es por tanto posible para un método dado cambiar de categoría en ambos sentidos según se aumenta el conocimiento sobre su eficacia o ineficacia.[cita requerida]
Según algunos los límites de la medicina alternativa han cambiado a lo largo del tiempo a medida que algunas técnicas y terapias anteriormente consideradas como «alternativas» han sido aceptadas por la medicina convencional.[cita requerida] Lo opuesto es igualmente cierto, con métodos de los que se pensaba que eran eficaces descartados cuando se descubre que su única eficacia se debía al efecto placebo, o cuando se halla que sus efectos secundarios hacen que la relación seguridad-beneficio sea desfavorable. Sin embargo, desde la medicina científica esto no es más que el resultado del avance del conocimiento médico según el cual su progreso conlleva la inclusión o exclusión de ciertos tratamientos.
Esta tendencia al cambio constante en la medicina científica es considerada por algunos partidarios de la medicina alternativa como un signo de debilidad.[cita requerida] Los científicos, por otra parte, consideran esta capacidad de cambiar opiniones basándose en nuevos conocimientos como una de las mayores fortalezas de la medicina moderna. Consideran la perseverancia en usar métodos antiguos como señal de aviso de una posible falta de voluntad para aprender o cambiar según mejora el conocimiento:[cita requerida]
- «En las pseudociencias, un desafío a un dogma aceptado suele ser considerado un acto hostil, hasta una herejía, y conduce a amargas disputas e incluso cismas.»
- «La ciencia avanza acomodándose al cambio a medida que se obtiene nueva información. En ella, la persona que demuestra que una creencia generalmente aceptada es errónea o incompleta es considerado probablemente más un héroe que un hereje.»[3]
¿Un término engañoso?
Varios defensores y críticos de las terapias alternativas creen (por razones muy diferentes) que el término «medicina alternativa» es engañoso:
- Algunos defensores creen que las terapias occidentales son las «alternativas», pues fueron precedidas por las terapias tradicionales. Otros creen que el término fue inventando por los defensores de la medicina alopática(Alopatía es el término utilizado desde la homeopatía) como un intento de desacreditar las terapias naturales[1].
- Algunos críticos afirman que ocurre lo contrario:
- «"Medicina complementaria y alternativa" es un término comercial impreciso que resulta inherentemente engañoso. Los métodos "altenativos" se describen aproximadamente como las prácticas ajenas al sistema sanitario convencional. Carecen de evidencias sobre su seguridad y eficacia y no suelen estar cubierta por los seguros médicos. La "medicina complementaria" se describe aproximadamente como una síntesis de los métodos estándar y alternativos que usa lo mejor de ambos. En realidad, no hay "alternativas" a la evidencia objetiva de eficacia y seguridad.» — NCAHF
Un método cada vez más común con el que los críticos expresan su escepticismo sobre la terminología es usar el acrónimo sCAM, que significa so-Called Alternative Medicine, en inglés ‘presunta medicina alternativa’, y juega con el acrónimo CAM (de Complementary and Alternative Medicine, ‘medicina complementaria y alternativa’) y la palabra scam, ‘timo’. Este acrónimo ha sido deliberadamente diseñado por los escépticos para revelar lo que ellos ven como «el engaño y la inexactitud inherentes a la jerga popular que se usa para describir y promocionar métodos terapéuticos no probados o refutados.»[2] Estos críticos consideran que la expresión comúnmente usada «medicina alternativa basada en pruebas» es un oxímoron. Afirman que si un método ha sido probado adecuadamente, entonces no debe volver a ser considerado ni clasificado como «medicina alternativa». Su uso del acrónimo sCAM es un intento por combatir este mal uso, y por evitar los que ven como una condena de la medicina moderna.
Según un estudio realizado por científicos suizos y británicos sobre 110 ensayos clínicos publicado en la prestigiosa revista Lancet, no hay evidencias convincentes de que el tratamiento alternativo sea mejor. En cambio, los que abogan por la homeopatía aseguran que la terapia, que funciona con el principio del atacar la dolencia con dolencia, sí funciona. De acuerdo con el estudio, "cualquier terapia debe tener evidencias de que su efecto es mejor que el del placebo y la homeopatía no ofrece estas pruebas”. Al menos así lo consideran el profesor Matthias Egger, de la Universidad de Berna, sus compañeros de la Universidad de Zúrich y un equipo británico de la Universidad de Bristol.
Otro estudio elaborado en Australia y publicado en el Journal of Affective Disorders afirmó que ninguna de las terapias evaluadas resultó concluyentemente eficaz en comparación con el placebo para el tratamiento de los pacientes depresivos. Según este estudio, al analizar métodos muy famosos como la acupuntura no se encontraron diferencias entre la administración de antidepresivos y la utilización de las agujas en cuanto a la disminución de la gravedad de la depresión.
Los críticos de las terapias alternativas afirman que, al no haberse demostrado su eficacia, no son una alternativa legítima a la medicina convencional. Richard Dawkins, profesor de Public Understanding of Science en la Universidad de Oxford, define la medicina alternativa como «ese conjunto de prácticas que no se pueden probar, rechazan ser probadas o fallan sistemáticamente en las pruebas» (Diamond 2003).
La mayoría de las dos vertientes creen que las terapias alternativas pueden ser aceptadas como medicina convencional si se demuestran científicamente que son eficaces.
«Los métodos basados en pruebas son eficaces, y los métodos eficaces debería estar basados en pruebas. Si un método parece ser eficaz, entonces debería ser posible comprobarlo. Si la investigación no ha sido realizada aún, debería hacerse. Debemos recordar que "la ausencia de prueba no es lo mismo qu
e la ausencia de hechos: sólo demuestra la falta de investigación adecuada" — Robert Sydenham. "La falta de pruebas en la literatura no demuestra la falta de eficacia."»
e la ausencia de hechos: sólo demuestra la falta de investigación adecuada" — Robert Sydenham. "La falta de pruebas en la literatura no demuestra la falta de eficacia."»